
La mano barre y el ojo busca en cuclillas. ¿Ha perdido la paciencia? o ya no se encuentran tréboles de la suerte. Cuatro hojas, tributo del diferente o error de naturaleza Tan deseado y tan temido otro, la niñez lo daba fácil ¿Cuánto hace que encontré el último? Mucho. Baila la frase en el ocho, duplo de las cuatro hojitas de oro pero el monstruo no aparece ¿Será la tierra o acaso la ingeniería genética? Si mandara al no buscar vendría pronto la suerte, ágil como un gamito o una pulga que viene sin ser llamada, la infancia, más acto y menos pensamiento, ¡mirá eso!: verla correr sí que es un obsequio de la tarde, allí va Talita Kumi, salta y brinca entre los tréboles que acaricio con la mano, más abstractos son ahora los designios porque todo lo viviente es una magia ¡gracias!, sea tonta o sea sabia. Quién, si la muerte no estuviera a pocos pasos vería esta belleza sabiendo es toda suerte de los días luminosos, trébol aún de tres yo te consagro.
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