Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un
fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la
luz.
Aló, adoro la poesía, adoro los sentimientos en palabras, la realidad paralela que yace en la prosa, adoro leer, adoro sentir.
ResponderEliminarAló estoy del otro lado, gracias.